
Rovira, Roig y Ojeda (2024). Guía sobre el estigma en el consumo de drogas. UNAD.
Presentación:
«El estigma asociado al consumo de drogas es un fenómeno social que tiene graves repercusiones en la vida de las personas que realizan un uso de estas sustancias. Generalmente vinculado a ideas negativas sobre la moralidad y la responsabilidad personal, la consolidación de este estigma contribuye a generar una sociedad que perpetúa dinámicas de discriminación, marginalización y exclusión social.
Desde la red UNAD señalamos que el estigma no solo afecta su salud mental y emocional de las personas con problemas relacionados con drogas, sino que también dificulta el ejercicio de sus derechos. Por ello, entender cómo se configura este estigma es esencial para desarrollar estrategias que promuevan una atención más respetuosa y equitativa, que facilite la inclusión social y el tratamiento efectivo.»
Estigma en mujeres por uso o drogodependencia a drogas:
«El estigma asociado al uso de drogas tiene efectos devastadores, especialmente cuando se entrecruza con otros factores, como el género. En la sociedad, las mujeres con problemas de salud mental o de adicciones no solo son vistas como desviadas de la norma, sino que su comportamiento se asocia con la ruptura de los roles tradicionales de género, lo que agrava la discriminación que enfrentan. En muchos casos, estas mujeres son etiquetadas como irresponsables, incapaces o “malas madres”, una percepción que invisibiliza sus circunstancias y contribuye a su exclusión social.
El estigma no se limita solo al juicio social, sino que también se extiende a las políticas públicas y los servicios de salud. La criminalización del consumo de drogas impone barreras adicionales, y las mujeres suelen experimentar violencia institucional o rechazo en los sistemas de atención. Esta situación es particularmente grave para aquellas que también viven en pobreza, son parte de minorías o pertenecen a la comunidad trans, agravando su vulnerabilidad.
Además, muchas mujeres se ven obligadas a ocultar su adicción debido al juicio moral que recae sobre ellas, lo que retrasa su búsqueda de ayuda. La culpa y la vergüenza, reforzadas por el entorno, crean una autoimagen negativa que puede dificultar su recuperación. Incluso en los servicios de atención, la desconfianza hacia ellas por parte de profesionales es común, lo que incrementa su aislamiento y perpetúa el ciclo de exclusión.»