Revolcones y Revueltas: Reducción de Daños entre las mujeres de Downtown Eastside
Por Aura Roig Forteza
Este pasado 14 de febrero de 2016, día de San Valentín, volvió a recorrer las calles de Vancouver la Marcha en Memoria de Mujeres para honrar el recuerdo de todas las mujeres del barrio Downtown Eastside (DTES), desaparecidas o muertas por causa de violencia física, mental, emocional y/o espiritual. Desde que a finales de los ochenta las trabajadoras sexuales fueran expulsadas de otros lugares de la ciudad, forzadas a concentrar su actividad en DTES, la violencia en este barrio se ha encarnizado especialmente con ellas. Ya han transcurrido 26 años de una Marcha cuyo origen rabioso y desesperanzado se agitó por primera vez, cuando otra mujer indígena terminó asesinada en la esquina de Powell Street y la notoria calle Hastings.
Violencia contra las mujeres en Downtown Eastside
Un influyente multimillonario llamado Robert William Pickton fue acusado en 1997 de intento de asesinato a una trabajadora sexual a la que había esposado y apuñalado casi hasta matarla. La mujer logró escapar con una de sus manos esposadas, aunque ambos fueron ingresados en el hospital debido a que presentaban mutuas heridas de arma blanca. A pesar de encontrar en el bolsillo de Robert la llave de las esposas, no hubo juicio, ya que se consideró que el testimonio de una mujer pobre, indígena, usuaria de drogas y trabajadora sexual era poco creíble.
Luego del incidente, Robert y su hermano David siguieron organizando fiestas salvajes, eventos de caridad y funciones privadas para amistades, gente poderosa y organizaciones deportivas de Vancouver, aprovechando el edificio adaptado para bacanales, cercano a la granja de cerdos familiar que habían heredado y que les permitía gozar de un flujo estable de cuantiosos ingresos. Estas juergas que duraban toda la noche eran apetecidas por la abundancia de drogas y trabajadoras sexuales del DTES. No fue sino hasta 2002 que se reabre el caso Pickton debido a que encuentran en su granja pertenencias de algunas mujeres desaparecidas y luego restos de 33 mujeres.
Una década más tarde, tras muchas muertes a su espalda, Pickton fue condenado solamente por 26 de los 49 asesinatos que confesó haber cometido contra mujeres trabajadoras sexuales de Downtown Eastside. Famoso por ser el mayor asesino en serie de Canadá, es sentenciado a la pena más alta, 25 años de prisión sin derecho a libertad condicional. En 2010 la policía de Vancouver pide disculpas por la falta de investigación, reconociendo que se cometieron muchos errores que permitieron a Robert Pickton seguir matando durante más de cinco años. En 2014 los gobiernos federal y de la ciudad de Vancouver se vieron en la obligación de indemnizar a cada uno los 98 hijos e hijas de las mujeres asesinadas con $50.000. Un vano intento de resarcir la inoperancia policial y ausencia total de voluntad para efectuar seguimiento, durante tantos años de evidente impunidad y desidia por parte de las autoridades.
Firme apuesta por un cambio de paradigma
Situado en pleno centro de Vancouver, DTES es conocido por ser el barrio más pobre de Canadá. La expansión del consumo inyectado de drogas y la aparición del crack a finales de los ochenta coincidieron con el cierre del Hospital Psiquiátrico Riverview. Bajo la lógica de integrar a sus pacientes en la comunidad, pero sin desarrollar los recursos comunitarios necesarios, dejó en la calle y sin ningún tipo de acompañamiento a cientos de personas con enfermedades mentales severas, que acabaron automedicándose en las arterias de Downtown. Se calcula que alrededor del 40% de las personas en situación de exclusión de este barrio padecen algún tipo de enfermedad mental.
En plena década noventera, las muertes por sobredosis, el VIH, la hepatitis C habían llegado a niveles tan alarmantes que se declaró un estado de epidemia, situando a DTES como el barrio con mortandad más elevada relacionada a drogas en Norteamérica y Europa. Algo que evidenció además la inadecuación de las respuestas represivas a problemas sociales. Esta preocupante coyuntura, junto con la fuerte presión de colectivos de personas usuarias de drogas como VANDU, hizo que la ciudad tomará la decisión de virar las políticas represivas que hasta el momento guiaban sus intervenciones, para adoptar lo que ya otras ciudades como Sydney, Frankfurt y Zurich habían llamado estrategia de cuatro pilares sobre drogas: prevención, tratamiento, reducción de daños y orden público. La más controvertida de las iniciativas que se proponían en este documento era la apertura de Insite, Supervised Injection Site, única sala de consumo inyectado supervisado de América y la más grande del mundo.
Pero Insite es sólo una pequeña muestra de lo que significa la Reducción de Daños (RdD) en Vancouver, es decir, algo integral y transversal que debe partir de las carencias, deseos, inquietudes de las personas, sus realidades y saberes. Va mucho más allá de incidir en el consumo. Para que una persona pueda cambiar de hábitos es fundamental que tenga sus necesidades básicas cubiertas. Por eso la importancia de la labor de organizaciones como Portland Hotel Society –PHS– transformando viejos hoteles en programas de vivienda social permanente de bajo umbral, que acogen a miles de residentes. En estos hoteles, los y las residentes disponen de su propia habitación como deseen. Acceder a estas viviendas no está condicionado al seguimiento de ningún tipo de programa o tratamiento. Se parte de la idea de que sólo si la persona tiene techo, comida y un espacio seguro donde habitar, puede empezar a plantearse trabajar otras cuestiones. Disponer de un lugar estable es determinante, por ejemplo, para poder dar continuidad a tratamientos, ya sean antirretrovirales o de medicación psiquiátrica.
Las normas que rigen estos hoteles son mínimas y hacen referencia sólo a los pocos espacios comunes de los que se disponen: violencia, robo o tráfico son las únicas conductas inaceptables y en ningún caso suponen la expulsión del servicio, a no ser que haya puesto en peligro la integridad física de alguna de las personas que laboran o residen en el hotel. En las habitaciones el consumo de drogas se da por supuesto, de lo contrario ninguno de sus habitantes podría vivir allí. En la recepción, junto a las comidas diarias, pueden acceder de manera gratuita a tantos preservativos como pipas para fumar crack o jeringas limpias necesiten. Las personas que ejercen el trabajo sexual pueden llevar a sus citas porque se considera que siempre será más seguro estar en casa que en la calle. Sus clientes deben registrarse en la recepción para acceder a la habitación, lo que posibilita cierto control. En caso de que la cita no vaya como desean, los y las residentes podrán pedir ayuda de manera rápida y efectiva.
Algunos de estos hoteles albergan sólo a mujeres, lo que para muchas posibilita disponer de un lugar seguro donde vivir. Hay que tener en cuenta que la mayoría de ellas vienen de largas historias de abuso, muchas implicadas en el trabajo sexual en calle y en demasiados casos con relaciones de pareja en las que la violencia es pan de cada día.
Desde esta misma lógica, que entiende que los servicios deben adaptarse a la población usuaria y no a la inversa, se han venido implementando cantidad de otras iniciativas con el objetivo de dar una atención integral y transversal a aquellas personas que lo necesiten y deseen: albergues; centros de desintoxicación y tratamiento; viviendas para jóvenes con patología dual; viviendas permanentes; servicios de salud; atención hospitalaria; proyectos alimentarios, productivos, de ocio; un banco.
En esta lucha contra la impunidad y por la memoria, ha ido arraigando cada vez más prácticas de autoorganización y cuidado entre las mujeres, así como el desarrollo de servicios y programas por parte de varias ONGs, dirigidos sólo a mujeres. Porque si en algo destaca también DTES es en la gran cantidad de ONGs y servicios sociosanitarios, que desde una perspectiva comunitaria, actúan en sus calles. El sólido engranaje entre las personas usuarias de estos recursos y sus profesionales por mejorar las condiciones de vida del vecindario, se ve reflejado en el fuerte activismo por la apertura y mantenimiento de servicios sociales y de salud, que realmente respondan a las necesidades e intereses de sus vecinos y vecinas.
Sólo para mujeres
Las 69 mujeres desaparecidas en Downtown Eastside son apenas la punta del iceberg en lo que se refiere a extrema violencia ejercida contra las mujeres en este vecindario[i]. Teniendo en cuenta que la tasa de mortalidad es 40 veces más elevada que en la población general, para ellas, DTES es también la mayoría de veces un territorio de inyección insegura y trabajo sexual en calle. Sumado a que son las usuarias de drogas inyectables quienes aportan cada vez más nuevas infecciones de VIH en Vancouver. Por si fuera poco, las trabajadoras sexuales sufren de un índice mucho mayor al promedio de enfermedades virales y de transmisión sexual, dolores de cabeza crónicos, infecciones vaginales, depresión, desorden de estrés postraumático, agresiones físicas.
Para muchas, disponer de espacios sólo para ellas resulta primordial, contribuyendo a sentirse seguras, pero no sólo eso. En estos espacios exclusivos para mujeres es posible trabajar dimensiones, que de otra manera quedan relegadas a un segundo plano, si es que llegan a abordarse: maternidad y trabajo sexual, son un claro ejemplo.
El programa SHEWAY provee servicios sociales y de salud a mujeres embarazadas y/o madres de hijos e hijas menores de 18 meses, usuarias de drogas. Surge por una parte de la necesidad de garantizar un cuidado prenatal y posnatal adecuado. Por otra parte, de la necesidad de buscar alternativas a la retirada de custodia de los hijos e hijas efectuada por los servicios de protección a la infancia.
Son bastantes las mujeres usuarias de drogas que encuentran en el hecho de ser madres la motivación para dejar de consumir; algunas, a pesar de consumir de vez en cuando, son capaces de ejercer la maternidad de manera responsable; otras, aunque no pueden hacerse cargo de la custodia de sus hijos e hijas plenamente, logran acompañarlos/as en su crecimiento; así mismo, están quienes no pueden, o no quieren, ejercer de madres. La retirada de custodia debe reservarse para estos casos últimos y buscar otras alternativas para aquellas que desean vivir su maternidad.
El cuidado básico durante el embarazo y el posparto es crucial, de ahí el énfasis por cubrir, en primer lugar, las necesidades primarias de las mujeres que acceden al recurso. Una vez estén cubiertas, se podrán empezar a trabajar otras dimensiones relacionadas con el embarazo y el cuidado de hijos e hijas. En los casos en que las mujeres ya tienen un historial de retirada de custodia, se ha logrado articular la denominada “derivación temprana”, en la que desde los servicios de protección a la infancia se informa a la madre de las condiciones que debe cumplir si quiere conservar a su bebé con ella. De no poder hacerlo, la madre, como mínimo, tiene derecho a decidir a quién quiere ceder la custodia.
La mayoría de las mujeres que pasan por SHEWAY no tienen referentes positivos de maternidad, el 70% ha crecido con personas diferentes a sus padres, en este sentido es pertinente brindarles la oportunidad de aprender a ser madres, porque nadie les ha enseñado antes. Así pues es elemental para ellas contar con acompañamiento, tanto profesional como de otras mujeres que han vivido o viven situaciones similares. De ahí la importancia de espacios de crianza compartidos con otras madres, lo que además les ayudará a hacerse una idea veraz y realista de por dónde van a tener que pasar, cuál es el camino a seguir.
Es sabido que las recaídas son parte del proceso de recuperación, lo que hace importante trabajar un plan de seguridad, de manera que madre e hijos e hijas no corran peligro. Se elabora una lista de 4 personas con las que dejar a la criatura si se planea consumir, aunque no siempre es tan fácil, dado que muchas mujeres no disponen de tantas personas de confianza para dejar a sus hijos e hijas. De ahí que SHEWAY representa para muchas la opción más segura, y la utilizan.
Abordar la maternidad desde la RdD puede ser complejo y controvertido, aun así vale la pena intentarlo. Sobre todo cuando tenemos en cuenta que en aquellos casos en que la familia extensa no quiere o puede hacerse cargo, niños y niñas se ven abocados a un sistema de acogida que a menudo deja mucho que desear.
Otro de los servicios en Downtown Eastside es WISH. Este dropping center (o espacio de calor-café) tiene como uno de sus objetivos principales proporcionar un espacio seguro durante la noche, para mujeres que ejercen trabajo sexual así como cubrir sus necesidades básicas. Entre otros servicios dispone de clínica comunitaria propia y de un centro de aprendizaje desde el cual se publica un fanzine mensual.
Como respuesta a la desprotección que viven estas mujeres, hace años desde WISH se edita e imprime la Red Light Alert, donde trabajadoras sexuales informan de aquellas citas en las que han vivido situaciones de violencia, proporcionando información detallada que permita identificar a la persona agresora. Esta publicación se distribuye por todo el barrio, de manera que es accesible y visible a todas las mujeres que trabajan en las calles.
De manera conjunta con PACE society, otra organización volcada en la dignificación de las condiciones de vida de trabajadoras y trabajadores sexuales, son responsables también de MAP, una furgoneta conducida por mujeres, la mayoría con experiencia en trabajo sexual. Su propósito es ofrecer servicios sociales y de salud a la vez que aumentar la seguridad para las mujeres, sobre todo aquellas que ejercen en lugares apartados y aislados en los que no hay nada abierto. Además de algo de comida y bebida caliente dispone de preservativos y kits para el consumo higiénico de drogas, ya sean jeringas para la inyección o pipas para fumar crack.
Esas mujeres que han tomado la decisión de dejar de consumir pueden recurrir al Hotel Rainier, que aunque en los últimos años ha sufrido un fuerte recorte presupuestal, sigue siendo el único centro de tratamiento sólo para mujeres. Tras pasar el tiempo necesario en desintoxicación ingresan al primer piso, donde se ofrecen actividades como yoga, masaje, clubs de lectura además de reuniones de AA o NA, entre otras. Después de estar el tiempo necesario en tratamiento, las mujeres tienen acceso al segundo piso dedicado a vivienda transitoria, en el que pueden quedarse el periodo que necesiten.
Para aquellas motivadas a integrarse en el mercado laboral, existe la posibilidad de formar parte de varios proyectos productivos: East Van Roasters, una chocolatería artesanal; Window Bag, una fábrica de bolsas que se venden en la pequeña tienda Carral Street Canvas Company donde además se encuentran también algunas artesanías elaboradas por mujeres de la comunidad.
Un compromiso hacia lugares comunes
Entre las premisas de la Marcha en Memoria de Mujeres 2016 está hacer frente a la violencia que las mujeres de Downtown Eastside viven en su día a día. Tener vivienda, comida, higiene y demás necesidades básicas cubiertas, un punto de partida. Poder contar con espacios seguros, en los que no son juzgadas y donde se les ofrecen herramientas para asumir sus problemas cotidianos, estén o no relacionados al consumo de drogas, un primer paso.
[i] Women’s Coalition (2014) Getting to the Roots. Exploring Systemic Violence Against Women in Downtown Eastside of Vancouver. Disponible en http://wish-vancouver.net/wp-content/uploads/2012/03/Getting-to-the-Roots-final-Nov-2-2014.pdf